El
Carnaval es considerado la fiesta grande de los
cruceños y su popularidad se mantiene inalterada
en todo el oriente de Bolivia, caracterizándose
por las fiestas, que al son de bandas de música,
tamboritas y copleros, organizan las diferentes
comparsas, con el apoyo de los municipios y la
participación de la mayor parte de los
pobladores. Aunque es de origen pagano, esta fiesta
que antecede en tres días al inicio de
la cuaresma de la Semana Santa, en la práctica
se inicia a principios de cada año, pudiendo
durar más de dos meses. En Santa Cruz de
la Sierra es donde presenta mayor complejidad,
estando constituido por las fiestas carnavaleras,
el correo del carnaval, la coronación de
la reina, las once noches de mascaritas, las coronaciones
de la reina infantil y la reina de antaño,
los corsos infantil y de las ciudadelas, el corso
de carnaval o principal, los tres días
de mojazón, el miércoles de ceniza
y el carnavalito o entierro del carnaval.
Las fiestas precarnavaleras se inician el primer
fin de semana de enero y se repiten todos los
fines de semana, con desfiles de carros alegóricos
con temas universales o de sátira política,
armados por las diferentes comparsas o agrupaciones
carnavaleras disfrazadas de acuerdo al tema elegido,
que bailando recorren la calle 24 de septiembre
hasta la Plazuela del Estudiante, siempre acompañados
de la reina del carnaval quien luce un carro alegórico
y un traje de fantasía diferente cada noche
en conjunto con la comparsa coronadora. Una semana
antes del corso de carnaval se celebra el correo
del carnaval con la tradicional lectura de bandos
carnavaleros, que no son más que una especie
de ordenanzas del municipio cruceño con
tomaduras de pelo a las autoridades y personalidades
del quehacer político, cívico y
cultural.
La coronación de la reina del carnaval
es generalmente el jueves antes del corso, es
un espectáculo temático que requiere
meses de ensayo por la comparsa coronadora del
carnaval, seguido de una gran fiesta popular,
donde acuden todas las demás reinas de
comparsas, ataviadas con sus elegantes trajes
de fantasía bordados con pedrería,
lentejuelas y plumas de avestruz, faisán
y otros adornos, alusivos a alegorías universales
o de corte típico costumbrista. El viernes
antes del corso es generalmente la coronación
de la reina de antaño, que anualmente se
celebra para beneficio social con un espectáculo
de humor y sátira, verdadero despliegue
del espíritu alegre del cruceño.
En esos días también se lleva a
cabo la coronación de la reina infantil,
en un festejo que imita al principal. El domingo
anterior al corso principal generalmente se realizan
el corso infantil y el corso de las ciudadelas.
Las fiestas o noches de mascaritas, muy populares
en el pasado, han perdido brillo y su desarrollo
cada vez se vuelve menos atractivo.
El sábado por la tarde se inicia el corso
de carnaval, donde la figura principal es la reina
del carnaval subida en su carro alegórico
acorde con la representación de su traje
de fantasía principal. El conjunto se completa
con la comparsa coronadora disfrazada de acuerdo
al concepto temático elegido, que la sigue
bailando al compás de la banda tocando
el taquirari característico de la agrupación.
Son parte de la fiesta más de 200 comparsas
y agrupaciones carnavaleras, quienes acompañan
a sus reinas apostadas en sus respectivos carros
alegóricos, al son de sus propias bandas
o tamboritas. Algunas comparsas adoptan disfraces
con temas tradicionales o universales; otras vienen
saltando o haciendo coreografías, vestidas
con casacas de vivos colores o bien con las típicas
batas de mangas anchas, siempre con su color y
nombre distintivo. A este desfile, que se inicia
el sábado al atardecer y concluye al amanecer
del domingo, concurren dos centenares de miles
de personas de la ciudad y de otros lugares. La
Municipalidad y la Asociación Cruceña
de Comparsas Carnavaleras junto a la comparsa
coronadora son los encargados de la organización
de este espectáculo popular, en donde no
falta el desorden y la exageración, y sobre
todo alegría, música, baile, bebidas
y simpatía.
En las tardes de los tres días de mojazón,
niños, jóvenes y adultos toman las
calles y avenidas de los barrios, especialmente
del centro de la ciudad para jugar con agua, pringarse
con betún y tintas de colores. Decenas
de miles de habitantes, sin distinción
ninguna, participan de la fiesta pues la circulación
de automóviles se limita o se cierra en
diferentes sectores, para que los comparseros
puedan trasladarse por las calles compartiendo
su alegría con propios y extraños,
al son de las diferentes bandas de música
que se encuentran y forman una guerra de melodías
en competencia de cuál es la más
sonora, y por lo tanto la mejor.
En la primera década del siglo XXI, prácticamente
han desaparecido las casas de espera, reemplazadas
por los garajes, que son precisamente terrenos
que en días normales sirven a esa función,
y que en estos tres días se convierten
en espacios de ingreso limitado a miembros varones
de determinadas comparsas, mientras las mujeres
pueden circular libremente entre ellos en la mayoría
de los casos; éstos están distribuidos
por toda la zona central de la ciudad. Después
del tercer día de carnaval, viene el miércoles
de ceniza, celebración religiosa que da
inicio a la cuaresma, y el domingo siguiente es
el carnavalito o entierro del carnaval, cuando
entre lamentos teatralizados, los carnavaleros
realizan el entierro simbólico de un muñeco
de trapo, como señal de que el carnaval
ha terminado. Es también denominado domingo
de carnavalito. Después del entierro, las
comparsas celebran con churrascos al son de los
taquiraris y carnavales de sus bandas de música
o tamboritas, despidiéndose hasta el próximo
año.
Los distritos urbanos de mayor población
como la Villa Primero de Mayo, el Plan 3.000 y
la Pampa de la Isla, han conformado su propio
corso de las ciudadelas, el que se desarrolla
en la zona este de la metrópoli, el domingo
anterior al corso principal, en donde estos pobladores
también participan activamente, como comparsas
y como público.
En las provincias del área rural, el carnaval
se celebra también con derroche de alegría
y dura al menos una semana. Eligen a su reina,
quien generalmente tiene su fiesta de coronación.
Las comparsas también coronan a sus respectivas
reinas y todos saltan uniformados con casacas
o batas al son de las bandas y tamboritas en su
respectivo corso de carnaval. La diferencia está
en que los carros alegóricos de la reina
y de las demás comparsas son menos suntuosos,
y representan temáticas costumbristas o
tradicionales, lo mismo que los trajes de sus
reinas. Todavía se pueden ver carretones
decorados con palmeras de motacú y la reina
vestida con un vistoso tipoy elegante, saludando
y mandando besos al público que acude a
la plaza principal del pueblo a ver el desfile
de carrozas, reinas y comparseros. Los tres días
de mojazón, espuma y pintura se cumplen
rigurosamente, y en algunos lugares se arrojan
huevos entre los carnavaleros como parte del juego.
El derroche de alegría y los excesos en
las comidas y bebidas junto a los bailes de disfraces
son una práctica común también
en estos pueblos. Los carnavales de provincia
más concurridos son el de Vallegrande en
los valles y el de Concepción en la Chiquitania,
caracterizados por la riqueza folclórica
de su música, bailes y vestimentas. |