Chiquitanía

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San Javier.


Foto: San Javier · Iglesia de San Javier. Año: 2013. Autor: Richard Vaca Pereira Suárez.

Llegando de Santa Cruz de la Sierra, ya a la altura de San Ramón, el paisaje empieza a cambiar. Dejando los grandes llanos uniformes, se empiezan a subir verdes colinas y cerritos, donde altas palmeras se levantan sobre los pastizales. Alrededor del pueblo, la vegetación se caracteriza por la sorprendente simbiosis de las plantas de bibosi y motacú.

San Javier fue la primera reducción fundada por los jesuitas en 1691, con el nombre de San Francisco Javier, y fue sede de una escuela de música y de un taller para la fabricación de instrumentos musicales. Hoy en día, es un pueblo agrícola y ganadero, con una importante planta de producción lechera, que está desarrollando sus potencialidades turísticas. Su aspecto rústico, de calles de tierra y tradicionales casonas, con paredes de adobe decoradas con motivos misionales y sombreadas galerías con horcones de madera, crea un entorno ideal que resalta la majestuosidad del conjunto misional.

Entre las fiestas tradicionales, las que más conservan rasgo de la época misional son las celebraciones de Semana Santa, de San Pedro y San Pablo (29 de junio), y el Combate y Derrota de los Mamelucos (10 de agosto).

A un lado de la plaza, según el esquema urbano de todas las misiones chiquitanas, se conserva el conjunto misional en su integridad, con la capilla mortuoria, la iglesia y el patio del colegio donde se ubican el campanario y la casa parroquial.

La iglesia fue construida por el padre Schmid en 1749-1752 e integralmente restaurada en 1987 bajo la dirección del arquitecto suizo Hans Roth. El frente está caracterizado por las imponentes columnas salomónicas de madera del pórtico y, en la fachada, por la decoración en forma de concha que remata la portada y las ventanas ciegas.

Al igual que en el interior, la pintura mural adopta mayormente temas decorativos, vegetales y geométricos, pero se pueden observar algunos ejemplos de pintura ilusionística (como en el caso de las cortinas pintadas, al exterior, en correspondencia del portal lateral y, al interior, de la pared del presbiterio) y figurativa (los ángeles que sostienen escudos en la fachada). Caso único en las misiones, también las columnas salomónicas que sostienen el techo en el interior están pintadas, con decoraciones entrelazadas y en forma de rombo. Sobre las paredes se disponen las pequeñas esculturas de ángeles, talladas y doradas, que son un motivo muy característico de las misiones chiquitanas: los querubines están en correspondencia de los arcos ciegos de las naves laterales, y los angelitos orantes sobre peanas en las pilastras del presbiterio.

El retablo mayor es el más sencillo entre los de las iglesias chiquitanas. Es de adobe, moldeado y policromado, con una sola hornacina central para la imagen de San Javier, la única original, mientras que los relieves perdidos han sido reemplazados por nuevos durante la restauración.

También los retablos laterales son de adobe y repiten los temas comunes a todas las misiones: en la cabecera de la nave izquierda la representación del Calvario, con el Cristo Crucificado circundado por los Símbolos de la Pasión, y, en la de la derecha, la Inmaculada Concepción. La particularidad de las representaciones de San Javier es que los Símbolos de la Pasión, así como el fondo de la imagen de la Virgen, no son tallados en madera sino pintados.

En la Iglesia de San Javier, al igual que en Concepción no se ha conservado el púlpito, pero en las naves laterales se disponen los confesionarios que son verdaderas arquitecturas de madera, con columnas y pilastras, y una coronación con dos volutas. Como en las otras iglesias misionales, tiene una planta semihexagonal, con vanos en cada una de las caras, el central el para confesor y los dos laterales que dan acceso a los reclinatorios de los penitentes.

Del presbiterio, se accede a la sacristía, con retablo de adobe y cajonería para guardar las vestiduras litúrgicas y otros accesorios, y al sobrio baptisterio.

De la nave derecha de la iglesia, se sale al patio del colegio, el lugar donde, en la época misional, se ubicaban la residencia de los padres y todas las actividades educativas y artesanales de la reducción. Es interesante notar como la oficina del padre se abría al fondo del patio en eje con la entrada hacia la plaza, facilitando el control sobre las actividades del pueblo y marcando el poder jerárquico del sacerdote. Además del patio del colegio, en San Javier se conserva parcialmente un segundo patio, con funciones de servicio y almacenamiento. Otro elemento que señalaba visualmente la presencia de la nueva fe cristiana era el campanario, que en San Javier, como en Concepción y San Rafael, es constituido por una estructura maderera independiente, que se apoya sobre cuatro altas columnas de madera tallada.


Fuente. Libro: Santa Cruz Turístico. Año: 2002. Autor: Asociación Pro Arte y Cultura (APAC).


Foto: San Javier · Iglesia de San Javier. Año: 2013. Autor: Richard Vaca Pereira Suárez.

Foto: San Javier · Iglesia de San Javier. Año: 2013. Autor: Richard Vaca Pereira Suárez.

Foto: San Javier · Iglesia de San Javier. Año: 2013. Autor: Richard Vaca Pereira Suárez.

Foto: San Javier · Iglesia de San Javier. Año: 2013. Autor: Richard Vaca Pereira Suárez.

Foto: San Javier · Iglesia de San Javier. Año: 2013. Autor: Richard Vaca Pereira Suárez.

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