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» Antropología.


Los Pueblos Indígenas dentro de la Sociedad Nacional.


Los pueblos indígenas -algunos desde hace siglos, otros recientemente- han entrado en contacto con la sociedad nacional. Este encuentro ha producido cambios sociales y culturales de dimensiones considerables. Actualmente todos los pueblos indígenas pueden ser considerados como indígenas campesinos o campesinos indígenas; esto quiere decir que se mueven en dos mundos distintos, el de la comunidad con sus tradiciones y formas de convivencia indígenas, y el de la sociedad nacional que es diferente y a veces opuesto a las reglas que rigen la vida comunal. Como indígenas son rechazados: su cultura negada y sujeta a "mejoramientos" por parte de misioneros y de agentes de modernización que siempre consideran su modo de ser como el único válido. Como campesinos son explotados y se les niegan sus derechos sociales y legales.

Vivir estas contradicciones conlleva conflicto hasta en las mismas comunidades. Los que defienden las tradiciones tratan de mantener una comunidad en la que prevalece la reciprocidad, el espíritu comunal y la igualdad. Ellos se enfrentan con tendencias de individualismo introducido desde afuera y con conceptos de ponerse encima de los otros mediante acumulación de bienes y la explotación de su fuerza de trabajo, relaciones de trabajo que hasta hace poco eran impensables por los comunarios. Los tradicionalistas no se oponen a los cambios necesarios, pero los quieren basar en los valores culturales del pueblo o de la comunidad, mientras que otros propagan la imitación de lo que consideran moderno. Los dos comportamientos dependen mucho del autorespeto y de la identidad cultural de cada pueblo indígena. Si su identidad cultural es fuerte, logran organizarse y formular demandas emanadas de un consenso. Si su identidad es débil, tienden a "blanquearse", negando su ser indígena e incluso su lengua.

Todos los pueblos indígenas del departamento tratan de mantener reglas, plasmadas en una cosmovisión que no destruye su medio ambiente. Pero muchas veces no existen las bases para vigilar las reglas. El problema más grave es la falta de tierra para cubrir las necesidades de una economía indígena tradicional. Cuando la relación óptima cantidad de comunarios/recursos naturales aprovechables falla y no hay posibles alternativas, como la fundación de un nuevo pueblo en tierras baldías, también los indígenas se vuelven depredadores de su medio ambiente por la necesidad de sobrevivir. La falta de base territorial es también la razón principal para la creciente dependencia de trabajo asalariado y de las migraciones a las ciudades.

La vida comunal choca en muchos aspectos con las exigencias del Estado capitalista. Que nadie puede mandar a otro; la obligación de compartir; el respeto a la naturaleza; vivir realmente según los valores y reglas constituidos, son valores que impiden avanzar en un mundo que no contempla o respeta estos comportamientos.

Los que tienen mayores problemas son los pueblos originariamente cazadores-recolectores, como los ayoréode, cuyo pensamiento y modo de ser son totalmente contrarios a estas exigencias. También los indígenas quieren participar en los alcances de nuestra sociedad y están dispuestos a hacer los esfuerzos y cambios necesarios, pero que no sean impuestos sino aceptados y sobre la base de la voluntad comunal. Los indígenas con identidad débil y los que migran constantemente tienden a dejar definitivamente la vida comunal y engrosan los barrios de los centros urbanos, donde están expuestos a cambios radicales y dejan de ser indígenas.

El pensamiento y modo de ser indígena es fuerte y va a permanecer todavía por mucho tiempo. Proteger la multiculturalidad está de moda. El primer mundo está preocupado por la desaparición de los bosques y ve en los indígenas a sus aliados, una coyuntura favorable que tienen que aprovechar. En los últimos años se han organizado y sus demandas son escuchadas. Bolivia tiene leyes que apoyan estas demandas, pero para hacerlas realidad se debe superar la falta de voluntad política del Estado para dotarles de las bases territoriales necesarias.


Fuente. Libro: Santa Cruz. Tiempo y Espacio. Año: 2000. Autor: Cooperativa Rural de Electrificación (CRE). Bernardo Fischermann.


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