Naturaleza

Naturaleza

» Contenidos.
» Áreas Protegidas Nacionales.


Amboró.


Mapa:
Nombre: Tte. Cnel. Germán Bush. / Categoría: Reserva Natural. / Acción: Creación, 1973. / Instrumento Legal: Decreto Supremo Nro. 11254. / Área: 180.000 hectáreas. / Jurisdicción: Provincia Ichilo.

Nombre: Amboró. / Categoría: Parque Nacional. / Acción: Recategorización, 1984. / Instrumento Legal: Decreto Supremo Nro. 20423. / Área: 180.000 hectáreas. / Jurisdicción: Provincia Ichilo.

Nombre: Amboró. / Categoría: Parque Nacional. / Acción: Ampliación, 1991. / Instrumento Legal: Decreto Supremo Nro. 22939. / Área: 637.600 hectáreas. / Jurisdicción: Provincias Ichilo, Andrés Ibáñez, Florida, Manuel María Caballero. Municipios de Yapacaní, Santa Fe, Buenavista, El Torno, Samaipata, Mairana, Comarapa.

Nombre: Amboró. / Categoría: Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado. / Acción: Recategorización, 1995. / Instrumento Legal: Decreto Supremo Nro. 24137. / Área: 442.500 hectáreas (PN), 195.100 hectáreas (ANMI). / Jurisdicción: Provincias Ichilo, Andrés Ibáñez, Florida, Manuel María Caballero. Municipios de Yapacaní, Santa Fe, Buenavista, El Torno, Samaipata, Mairana, Comarapa.

Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.

Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado.

En días soleados y de cielos limpios, de paisajes recién lavados como los que deja el paso de un surazo, en la primera fila del horizonte oeste de Santa Cruz de la Sierra se puede divisar una serranía azul en la que se destaca una jorobada mole notablemente levantada por sobre la cadeneta montañosa subandina de la que es parte.

La familiar silueta recortada en el lejano perfil azulado es el cerro Amboró, "un gallardo y enhiesto mamelón que se destaca de entre las lomadas cuya discreta mole arruga la porción occidental del suelo mesopotámico"(25), de pronunciada protuberancia, a modo de corcova por uno de sus extremos, y un corte como de hacha en el costado opuesto. Este cerro le da nombre al área protegida creada a sus pies.

El cerro Amboró, tan emblemático para los cruceños de la llanura, es también un enigmático vigilante de las ciudades que lo miran desde la planicie, y carga con el encanto agregado que le da el mito de provocar el desate de atronadoras lluvias de bienvenida cuando alguien lo visita por primera vez. Su precisa ubicación en el ápice mismo del Codo de Los Andes es, quizás, la causa de sus enigmas, y las estruendosas lluvias que allí se producen son quizás ampliadas por el eco de la serranía de La Tambora, que así se llama la sierra que lo contiene.

El encanto de sus leyendas y la fascinación que produce esta mole andina en la gente de la planicie inmediata no es, sin embargo, la razón única de la creación y existencia del área protegida que ahora se conoce con el nombre de Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró. Sus características fisiográficas, estrechamente ligadas a sus hermosos paisajes y a su alta y valiosísima biodiversidad, además de los servicios ambientales y las posibilidades de recreación que ofrece al gentío de las pobladas urbes vecinas, completan la justificación y fundamentan su manejo como tal.

Otros cordones montañosos orientados en sentido norte a sur, con sus respectivos y muy estrechos valles paralelos, lo cubren en un entramado complejo de serranías de hasta casi 4.000 metros de alto que desde ahí van descendiendo en la gradiente oeste-este, bajando a la planicie grigotana que los observa con inocultable admiración.

Los principales atractivos estéticos o paisajísticos y, sobre todo, los atributos de la singular y notable biodiversidad del Área Protegida Amboró están determinados por los accidentes geográficos mencionados y por su localización en el denominado Codo de Los Andes, el exacto lugar donde la cordillera andina, si observada de sur a norte, cambia súbitamente su claro rumbo vertical para desviarse decididamente en diagonal hacia el noroeste, formando un muy evidente codo antes de trazar un arco de retorno hacia su orientación original.

Las abruptas serranías del área protegida juegan con los ríos que las acompañan en los fondos de sus encajonados valles, bajando como furiosos torrentes en incontables arroyos y ríos de montaña, flanqueados y escoltados por farallones, estrechos y cajones adornados por caídas de agua, escurrideros y pozas o piscinas naturales. Los abundantes cursos menores de agua que dieron por tajarse en la dura roca de Amboró forman una ramificada umbela y, no obstante lo estrecho y aún poco abundoso de sus caudales, se distinguen por la fuerza y el estruendo con que bajan, a saltos y resaltos, a las cotas inferiores de sus empinados y más bien breves recorridos.

Espuma, burbujas, rebullos y murmullos mezclados en una cantarina divagación que se extiende y arremolina según se lo exija la pendiente y la sinuosidad del terreno y del territorio, que alberga múltiples quebradas y ríos de nombres tales como Achiras, Paredones, Volcanes, Colorado, Elvira, Macuñucú, Isama, Mataracú, Itilí, y muchos otros que con gran estrépito sortean las rocas enormes, de aristas suaves y romas que a modo de huevos prehistóricos se acomodan en su lecho y en sus orillas, multiplicando eternamente el ruido del agua.

El territorio de los arroyos y quebradas es abundante en fósiles de minúsculos artrópodos o de descomunales seres antediluvianos que sugieren un pasado de abundancia en las remotas y prolongadas eras en las que, al mismo tiempo que los Andes levantaban sus arrugas, los dinosaurios barritaban sus últimos alaridos de bestias en extinción. La plétora de arroyos que drenan la montaña alimentan ríos ya hechos y derechos como el Surutú y el Yapacaní, por el este, así como al San Mateo, y al más caudaloso río Ichilo, al oeste, al cual se unen los anteriores en su curso por el Mamoré al Madera y al Amazonas, con el que al final todos ellos reunidos se desbocan en el mar Atlántico. De la misma manera pero corriendo inicialmente de norte a sur y haciendo una vuelta más larga, los ríos Comarapa y San Isidro se desaguan en el río Grande sumándose posteriormente al Mamoré, uniendo sus aguas golpeadas por rocas y consoladas por quijarros a las de sus hermanos que fluyen por la vía del Ichilo.

Estos ríos mayores, marcados por bordes de chuchío, la caña brava que delinea el rumbo de los ríos amazónicos en estas latitudes, alardean su fuerza transportando aguas más turbias, cargadas de sedimentos aportados por sus cabeceras, y llevan a flote árboles y palos arrancados o desprendidos de sus orillas, ondeando cada vez con más olas al llevar su linfa a besar sus amistosas orillas. A diferencia de estos, el Ichilo sale de la montaña a la llanura por un espectacular estrecho encajonado en el que se pueden ver las aguas más esmeraldas que ver se pueda, amalgamando el verde clorofila de los bosques que le preceden con el azul de los lejanos cerros de su origen.

Con temperaturas que van de templadas en el sur hasta cálidas en el norte, y precipitaciones que oscilan entre los 700 y los 4.000 milímetros de lluvia por año, Amboró hospeda algunas de las expresiones más australes de la subecorregión de Bosque Húmedo Montañoso de Yungas, y convergen en él también las unidades biogeográficas de las regiones Brasileño-Paranaense, Chaco Serrano, Amazónica y Andina.

Las condiciones abióticas que han permitido el desarrollo de las ecorregiones mencionadas, dan consecuente lugar a una flora y fauna muy particulares. En Amboró se encuentran registradas al menos 2.659 especies de plantas superiores, estimándose la existencia de más de 3.500. Destacan aquí los helechos arborescentes y arbustivos, las orquídeas y bromelias, así como 17 especies de carismáticas palmeras. La flora arbórea transita desde los gigantes doseles de las especies amazónicas hasta los achaparrados bosques de arbustos andinos. Entre estos extremos, son muy conspicuos los bosques de árboles abrigados por chompas musgosas y de líquenes en todos los tonos de verde y gris, a veces irguiéndose sobre suelo seco y pedregoso, a veces levantándose desde suelos alfombrados de gruesas capas de musgo, con formas fantasmagóricas que acercan al visitante a los bosques encantados de la infancia, poniéndolo al acecho de duendes que en cualquier momento pueden surgir del fondo de una hondonada.

En cuanto a fauna, los crecientes registros indican 1.236 especies, destacando mamíferos de la talla del jucumari u oso de anteojos y los grandes felinos, como el jaguar y el puma. Nunca menos notables son los reptiles y anfibios que hacen de su vestido una fiesta de matices y de las noches unos conciertos de sonidos armónicos y festivos. La fauna más variada sin embargo la ofrecen las aves, que con sus más de 750 especies hacen del Amboró uno de los parques más ricos del continente, con algunas muy características y emblemáticas como la pava copete de piedra y el gallito de las rocas.

Las aves que sobrevuelan su dosel arbóreo, que merodean sus cumbres y surcan sus cielos suman más especies que la que tiene, por ejemplo, todo el territorio continental e isleño estadounidense, a pesar de lo más ampliamente estudiada de la avifauna norteamericana, y no obstante que esta también incluye especies marítimas y polares.

Esta portentosa biodiversidad, atribuida ya a las características físicas de su sustrato, se puede confirmar por vía de la muy mentada tesis que ubica al Amboró como un refugio pleistocénico, uno de los lugares del planeta en los que sus condiciones abióticas favorecieron bolsillos ambientales aislados donde los efectos de las glaciaciones sucedidas en el Pleistoceno fueron menos severos, permitiendo la continuidad de bosques habitables, y refugiando poblaciones relicto de algunas especies de fauna y flora que no son encontradas en otros lugares. Adicionalmente a esto, lo que inicialmente fue una sola especie de amplia distribución pudo evolucionar en Amboró dividiéndose en especies diferentes después de que cada grupo hubiera quedado aislado de los demás en refugios separados, cada uno con su conjunto completo y específico de presiones ambientales selectivas. De ahí el notable índice de endemismos que distinguen al Amboró.

El Área Protegida Amboró verdaderamente remite al observador a la era glacial más reciente, y lo hace imaginar visiones de poblaciones de fauna corridas de latitudes en las que la glaciación era más severa, y de generaciones de animales aislados en sus profundos cañones y en sus bosques arcaicos, buscando protección del frío glacial y tratando de sobrevivir a la novedosa presencia del hombre y sus hábitos predatorios.

Las nada despreciables dimensiones del área sustentan generosamente sus objetivos de conservación y dan cobijo a los procesos evolutivos de las especies que contiene. El Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró tiene 637.600 hectáreas de extensión, involucra a ocho municipios del departamento y colinda directamente con el Parque Nacional Carrasco, en Cochabamba, sumando una importante extensión contigua de características similares y haciendo parte del Biocorredor Amboró-Madidi. Su doble categoría permite actividades extractivas y consuntivas en el Área Natural de Manejo Integrado (195.100 hectáreas), restringiéndolas a turismo e investigación científica en la parte correspondiente a Parque Nacional (442.500 hectáreas). Sus valores propios se multiplican aún más al prolongarse a través del mencionado corredor, asumiendo un rol integrador y vertebrador mediante el contacto con otras áreas protegidas nacionales, departamentales y municipales, así como internacionales al ser cabecera sur del Corredor Vilcabamba-Amboró, que se extiende hasta el Perú.

A lo largo de todo su perímetro, exceptuando su límite oeste, Amboró está rodeado por comunidades que se benefician del área en formas distintas, ya sea porque les provee de agua, o porque les permite realizar actividades recreativas o turísticas comerciales, o porque en el Área Natural de Manejo Integrado, donde existen más de 100 comunidades, se realizan actividades agropecuarias dependientes de sus condiciones ambientales. La presencia de Amboró en medio de la zona más poblada del departamento de Santa Cruz, rodeado por sus principales ciudades, flanqueado en sus extremos norte y sur por dos carreteras interdepartamentales pavimentadas desde las cuales otros caminos menores lo penetran, con recursos naturales vivos y fósiles que constituyen claras tentaciones naturales, hacen que esta área protegida sea continuamente sujeta a violaciones e intentos de invasión.

Las actividades ilícitas florecen y perseveran, pero más lo hace el propio Amboró, que es fuente de vida para las poblaciones de la herradura que lo envuelven. Es vida para la mayor parte de la población departamental que vive a su vera y que depende del agua que capturan sus árboles y que sus raíces depositan en ríos subterráneos que escurren silenciosos a alimentar los acuíferos de los que nos abastecemos sus súbditos humanos. Amboró es vida porque las aguas de sus serpenteantes y torrentosos ríos irrigan miles de hectáreas de cultivos que nos alimentan y dan sustento digno a las poblaciones productoras de frutas y hortalizas que lo rodean en su flanco sur. Amboró es vida porque soporta estoicamente chaqueados inclementes con sus bosques, porque admite el ganado que penetra a ramonear sus selvas. Amboró es vida porque su entramado boscoso protege poblaciones, cultivos, crías e infraestructura caminera del desborde de los ríos que se originan en su interior. Amboró es vida porque nos regula el clima local, nos ameniza la temperatura, nos enrumba el viento, nos dibuja nubes y nos permite el solaz de la contemplación de lo bello de sus paisajes, de su flora y de su fauna.

Amboró regala vida y desde la abigarrada comarca que preside, desde la privilegiada posición de su atalaya, domina y determina felizmente el futuro de millones de cruceños.


Fuente. Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.


Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Bosque húmedo montano, en el extremo oeste del parque. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Cerro Amboró. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Ateles chamek, marimono. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Nasua nasua, tejón. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Cebus libidinosus, mono martín o silbador. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Potos flavus, kinkajú. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Tremarctos ornatus, jucumari, oso de anteojos. Autor: Curro Seco.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Rupicola peruviana, gallito de las rocas (hembra). Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Rupicola peruviana, gallito de las rocas (macho). Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Eurypyga helias, ave lira. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Eurypyga helias, ave lira. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Pauxi unicornis, pava copete de piedra. Autor: Hugo Santa Cruz.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Serranía Los Volcanes. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Serranía Los Volcanes, sector sur del parque. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Cañon del río Ichilo. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Río Macuñucú. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Cyanocorax chrysops, suso. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Aulacorhynchus coeruleicinctis, tucanillo verde. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Aratinga weddellii. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Penelope montagnii. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Pionus mentruus. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Elanoides forficatus. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Pharomachrus auriceps. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Pharomachrus antisianus. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Psarocolius atroviens. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Momotus momota. Autor: Hugo Santa Cruz.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Ara militaris. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Pipra fasciicauda. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Cyanocorax yncas. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Nyctibius griseus. Autor: Hugo Santa Cruz.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Pipreola intermedia. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Trogon personatus. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Trogon curucui. Autor: Hugo Santa Cruz.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Catarata en el corazón del parque. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Río Surutú. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Río Elvira. Autor: Rubén Darío Azogue.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Erythloramprus esculapii, falsa coral. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Oxyrhopus sp. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Pseustes sulphureus. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Bothrops sanctaecrucis. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Myscelus sp. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Chlosyne lacinia. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Coligo sp. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Phyllomedusa vaillanti. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Telmatobius sibiricus. Autor: Steffen Reichle.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Rhinella sp. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Tillandsia samaipatensis. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Dicksonia sellowiana, helecho arbóreo. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Árbol emergente del bosque húmedo montano. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Odontoglossum sp. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Passiflora sp. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Epidendrum secundum. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Hongos Basiodiomicetes Autor: Walter Ridder.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Chondrorhyncha sp. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Hongos Basiodiomicetes. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Bosque húmedo montano. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Bosque de Los Yungas. Autor: Daniel Alarcón, Carmen Mateu.

Foto: Áreas Protegidas Nacionales · Amboró · Inicio de los bosques montanos de Los Yungas. Autor: Willy Kenning.

Ellos nos apoyan


Especial: Soy Jesucristo