Mapa: Nombre: Parabanó. / Categoría: Área Protegida Municipal. / Acción: Creación, 2004. / Instrumento Legal: Ordenanza Municipal Nro. 020/2004. / Área: 38.878 hectáreas. / Jurisdicción: Provincia Cordillera. Municipio de Cabezas.
Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.
Área Protegida Municipal.
Casi un gemelo del cerro Amboró, y su vecino por la vereda en que la cordillera subandina corre ya en dirección franca hacia el sur, el cerro Parabanó, que denomina a esta área protegida, debe su nombre a la lengua chané que designa con este vocablo a la paraba -el guacamayo-, y su plural, ono, que denota un lugar de concentración de estas aves.
Este cerro de las parabas es parte de la serranía de Pirapó, que a su vez es continuación de la que viene de Incahuasi, y mira desde sus alturas a la ciudad capital que, a pesar de los satélites, se aferra a sus modos ancestrales de pronosticar el tiempo y vive pendiente del cerro Parabanó para saber, con desapacible inquietud de amante del calor, si a sus puertas ya se encuentra un frente frío. El Parabanó es, pues, el cerro que se antepone al viento que llega del sur para fustigar con sus latigazos helados a los cruceños.
Creada como área protegida en torno de los cerros y valles de sus alrededores, la Área Protegida Municipal Parabanó se encuentra precisamente en la provincia Cordillera y es administrada por la Gobernación de Santa Cruz en coordinación con el Gobierno Municipal de Cabezas.
La geografía accidentada del área, que incluye cotas que van desde los 500 hasta los 2.000 metros, desde el río Seco hasta el filo de la serranía presidida por el cerro Parabanó, constituye uno de sus más conspicuos atractivos a la vez que da origen y forma a los atributos paisajísticos del área. Numerosos cursos de agua drenan estas arrugas topográficas formando un sobresaliente conjunto de cataratas y pozas que, junto con los arroyos y ríos, configuran un espléndido paisaje.
Cataratas de hasta más de 60 metros en espectaculares saltos simples, dobles y triples se despeñan de las alturas asombrando al visitante y agasajándolo con su fresco ambiente de gotas en suspensión, de espumosas arrebullas y de estrepitosos golpes que se producen al encuentro del agua con el duro sustrato rocoso.
A pesar de que sus dimensiones le dan mayor renombre, el difícil acceso a la catarata del Parabanó ha hecho que esta haya sido escasamente visitada por gente ajena a la zona, y los oriundos del lugar, que la conocen mejor, son también asiduos visitantes de otras cascadas menores como las de Los Milagros, Las Parabas y Los Tajibos. Estos nombres, asociados a los de los ríos Moroco o La Oscura, Tarumá y Suspiros, y pampas vecinas como las de La Urina y Coscal invitan a explorar el área y dan una idea de los atractivos que allí se pueden encontrar.
Como consecuencia de estas condiciones y de su contraste con áreas más secas que le son contiguas, Parabanó ofrece una flora exuberante, una combinación resultante de la convergencia del Bosque Seco Chiquitano, que alcanza en el área su expresión más suroeste, el Bosque Boliviano-Tucumano, con elementos propios y del subandino, y del Cerrado, también en su aparición más occidental. El resultado es un armonioso conglomerado de especies arbóreas de maderas duras y cortezas abrigadas de líquenes y de musgo, de helechos, orquídeas y bromelias, formas vegetales diversas y prometedoras de especies nuevas, considerando lo poco estudiado del área.
La fauna es una consecuencia de la flora, y el Área Protegida Municipal Parabanó hospeda centenas de especies de aves, entre ellas algunas endémicas como la paraba frente roja, que también llega hasta aquí, y otras más comunes, como la pava pintada, amenazada por los hábitos de caza de los pobladores. Cientos de especies de mamíferos, peces y anfibios también encuentran su morada en los diferentes y distintos hábitats que ofrece el área.
Poblaciones humanas asentadas a los pies de la serranía, como Florida, que fue sede de una misión franciscana y que ostenta registros de protagonismo histórico como escenario de la batalla homónima en la que el ejército patriota se enfrentó por la independencia a tropas realistas, así como antecedentes del siglo pasado, cuando sus pobladores vieron asomarse por sus calles los arrebatos dispersos de la frustrada guerrilla guevarista, agregan a la zona un encanto especial.
El turismo complementa la agricultura y la ganadería que se practican en la zona y se ofrece como de gran potencial futuro gracias a los atractivos descritos y a la relativamente corta distancia de 120 kilómetros que separa esta área protegida de la capital del departamento, cuyos pobladores no atesoran al área solo como fuente del agua que se refugia en sus intersticios subterráneos, sino también como destino de tranquilos paseos familiares o de exploraciones y aventuras de mayor sensación.
Fuente. Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.