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Reserva de San Ignacio.


Mapa:
Nombre: Reserva de San Ignacio. / Categoría: Área Protegida Municipal. / Acción: Creación, 2001. / Instrumento Legal: Ordenanza Municipal Nro. 045/2001. / Área: 76.693 hectáreas. / Jurisdicción: Provincia José Miguel de Velasco. Municipio de San Ignacio de Velasco.

Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.

Área Protegida Municipal.

Privilegiada por su contacto directo con el vecino más selecto que pueda concebirse, la Reserva Municipal de San Ignacio cumple a su vez con un importante rol regional: garantiza la conectividad de su ilustre colindante, el Parque Nacional Noel Kempff Mercado, Patrimonio Natural de la Humanidad, con otras áreas protegidas que se le ubican al sur.

De hecho, el rol de la Reserva Municipal de San Ignacio como eslabón crucial del corredor de conservación que conecta las áreas protegidas del Pantanal, y del Chaco inclusive, con las que se desplazan hacia el norte amazónico, en el denominado Corredor Iténez-Mamoré, fue el principal, aunque no el único, objetivo de su creación.

Los atributos de conservación propios de la Reserva Municipal de San Ignacio y el estado prístino de los mismos fundamentan a esta unidad de conservación: es una importante porción de Bosque Seco Tropical Chiquitano interdigitado con sabanas de Cerrado sobre una llanura que mira con admiración a la serranía de Caparú desde su privilegiada ubicación.

El río Tarvo, que marca el límite de la Reserva Municipal San Ignacio con el Parque Nacional Noel Kempff, al norte, se extiende por la llanura desparramándose, cambiando frecuentemente de curso, recogiéndose en recodos y bahías, exponiéndose casi íntegramente al sol en su recorrido por campo abierto, y dejando meandros y pozas abandonadas antes de, en medio de aguas aquietadas por el tarope casi hasta la inmovilidad, entregarse inadvertidamente al río Paraguá que continúa bordeando al Parque Nacional Noel Kempff hasta diluirse en las aguas del Iténez.

Las aguas de este corto y efímero río se expanden por los colchales de la llanura y soportan una vegetación acuática, palustre, que es hábitat preferido de peces, aves, reptiles y anfibios, de mamíferos y otros recursos hidrobiológicos que son la delicia de los visitantes y turistas que ocasionalmente llegan a la zona y de los pobladores residentes, que nunca terminan de sorprenderse con la naturaleza que les rodea.

Los escasos pobladores, afincados en pequeñísimas comunidades en terrenos más altos de los alrededores del área protegida municipal, entre las cuales destaca Esperancita de la Frontera, viven de la pesca, la caza y de una agropecuaria de subsistencia basada en el cultivo de yuca, plátano, arroz, frejol, algunos frutales, y de la cría de pequeñas tropas de ganado bovino y aves. En las estancias ganaderas, la cría extensiva de ganado es limitada por lo remoto de su geografía y las dificultades de acceso que imponen caminos precarios y frecuentemente inundados.

Tanto las comunidades como las estancias cruceñas de la zona tienen una relación comercial y social más intensa con las mejor dotadas poblaciones y fazendas brasileñas, en el estado de Mato Grosso, que cuentan con una mejor red de caminos y más fácilmente logran acceder a poblaciones mayores en busca de salud, educación y otros menesteres que exige la vida moderna.

La reserva, a su vez, se constituye también como una barrera más para la réplica del modelo desarrollista ganadero, basado en deforestación y/o pastoreo extensivo, que se puede ver apenas se cruza la frontera con el país vecino en la zona en que la cuña demarcada por el hito de Marco Falso se mete en territorio nacional, en las inmediaciones del paralelo 15.

En su rol primordial como parte del mencionado corredor de conectividad biológica, la Reserva Municipal de San Ignacio permite y propicia el tránsito de especies entre las cuales el borochi o aguará guazú, que encuentra allí uno de sus últimos refugios. Otras especies propias de los campos abiertos del Cerrado como el oso bandera, el piyo y el socori corren también a sus anchas por sabanas enmarcadas por horizontes abiertos y amplios, y nada raro ni difícil es encontrarlas en visitas a la zona.

La Reserva Municipal de San Ignacio tiene lo suyo, lo suyo propio, y no es solamente una simple extensión de terreno intercalada como prolongación de otras unidades de conservación. El municipio de San Ignacio de Velasco, que la creó, es uno de los más generosos en la dedicación de su espacio a áreas protegidas, y su santo patrón, el fundador de la Compañía de Jesús, entre otros santos que habitan la Chiquitania, se encargará de que su entorno natural conserve su vocación de desarrollo sostenible, con el turismo como actividad principal.


Fuente. Libro: Patrimonio Natural de Santa Cruz. Año: 2015. Autor: Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz. Willy Kenning Moreno.


Foto: Áreas Protegidas Municipales · Reserva de San Ignacio · Bosque Chiquitano del Norte. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Municipales · Reserva de San Ignacio · Río Tarvo. Autor: Willy Kenning.

Foto: Áreas Protegidas Municipales · Reserva de San Ignacio · Río Tarvo, desde el aire. Autor: Willy Kenning.

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