Poesías

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» Leonor Ribera Arteaga.


Canto a Santa Cruz de la Sierra.


Esta es la tierra hidalga en que florecen
los buenos tiempos viejos,
que apunta al porvenir
entre un enorme desgarrón de nubes
y entre un temblor de auroras...

Aquí la vida es clara como un hilo
de cristal o de luna,
perfumada de amor y sencillez
como un inmenso hogar.

Es aquí donde el clásico heroismo
resucita la fábula;
donde los hombres mueren por la Patria
al modo de los Cides y Cortés.

Donde alienta una raza de titanes,
-cual nuevos Prometeos-
capaces de trocar los pétreos Andes
en tropel de corceles indomables,
para hollar con su planta el mismo cielo
y encender en el sol, como una antorcha,
su voz de redención.

¡Y aquí el trabajo: esfuerzo legendario
labrando desde el llano las cumbres del progreso
epopeya fecunda
regada con la sangre del espíritu,
heroismo sin flor y sin laurel,
porque vivimos solos
entre tantos millones de hermanos de Occidente!.

¡Y la mujer diversa:
reina de cuento azul, dama, amazona,
pero siempre refugio en el cansancio,
venda para la herida,
primavera vibrante en nuestras venas
y oro de abnegación!.

¡Ciudad valiente y noble,
vanguardia de Bolivia en los peligros,
la vio la guerra -tal una espartana-
abriéndose las venas en el delirio heroico,
partida en cruz su entraña,
para infundir bravura,
para salvar la Patria!.

La vieron las tormentas,
audaz bajo sus alas fatídicas de sombra,
cabalgando en los lomos de la Suerte
y unciendo a sus ijares relámpagos y nubes...

¡La vieron las tormentas
quebrándose en su frente centellas y huracanes,
afilando en las cumbres su coraje,
para esgrimir el rayo,
el rayo que no pudo mellar su bizarría,
y que en sus manos fuertes
fue maza formidable, mandoble vengador!.

Esta es la ciudad nuestra,
ebria de corazón y de optimismo,
cazadora de estrellas en las noches
más negras y más frías.

¡Novia del porvenir
que rendirá sus lirios y sus rosas
para gestar la Patria,
la Grande Patria Nueva,
y quebrantar el curso de la historia,
desvertebrando al monstruo de males del pasado!.

¡Esta es la ciudad nuestra,
capital de Bolivia en las batallas,
y en un cercano día
capital en la paz por su pujanza!.

¡Capital en la paz
porque escribió con sangre lo que gritó en la guerra,
por el seno de madre de su tierra opulenta
palpitante de gérmenes,
porque en ella revive don Alonso Quijano,
y porque como póstumo mandato,
como voto secreto,
es la visión querida que proyecta
la sombra de sus muertos!.

Nada falta a su vida y su destino:
tiene la gloria -estímulo y divisa-
y la gran madurez del sufrimiento,
del dolor que es virtud, cima, broquel,
ala, filtro, crisol,
fragua donde se templan corazones,
cincel de las estatuas,
y de Cristo el Tabor.

Santa Cruz de la Sierra
será el cruce de sangres y culturas,
será el signo de amor y redención,
para fundir la Patria Boliviana
en un solo fervor.

Será el mágico Oriente
señalando la ruta por donde nace el sol,
los caminos históricos,
las riquezas eternas,
los dones inmortales
de la ciudad que guarda los blasones de España
y de Ñuflo de Chávez
conquistador de pueblos en misión invencible,
por la raza, la lengua, el sentimiento de Dios.

Esta es la tierra hidalga en que florecen
los buenos tiempos viejos,
que apunta al porvenir
entre un enorme desgarrón de nubes
y entre un temblor de auroras...


Fuente. Libro: Santa Cruz. Tiempo y Espacio. Año: 2000. Autor: Cooperativa Rural de Electrificación (CRE). Alcides Parejas Moreno.


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