¡Alhaja, el conocedor!. (Anécdota: Fue en una estancia. El patrón que requería de un domador, miraba a su mozo, que era bastante bajo de punto, y le iba encontrando las cualidades necesarias: patizambo, delgado, fuerte… pero la verdad era que el mozo solo había montado el caballo más viejo y manso. El patrón para convencerlo le alabó su aspecto de chalán, diciéndole que conocía sus cualidades. Al fin después de tanta alabanza logró convencerlo, y el mozo más tardó en montar que en salir despedido, desde el suelo, mal trecho y dolorido, con cierta sorna le dijo al patrón: "¡Alhaja el conocedor!". Este refrán se dice cuando alguien se jacta de su experiencia en determinado asunto fracasando en los hechos).